martes, 25 de febrero de 2025

Algunos mitos griegos


AQUILES



En la mitología griegaAquiles1​ o Aquileo2​ (en griego antiguo Ἀχιλλεύς y en griego moderno Αχιλλέας) fue un héroe de la guerra de Troya y uno de los principales protagonistas y más grandes guerreros de la Ilíada de Homero. Era nieto de Éaco e hijo de Peleo y de Tetis, por lo que se le llama a menudo «Pelida» y «Eácida». En la célebre obra homérica, Aquiles suele ser calificado como «el de los pies ligeros», ya que se le consideraba el más veloz de los hombres. Dares Frigio dice que era «de ancho pecho, de graciosa boca, de miembros robustos y grandes, de largos cabellos muy rizados, clemente, muy impetuoso con las armas, de rostro alegre, desprendido, dadivoso y de pelo oscuro».3​ Aquiles también era renombrado por su belleza, pues se dice que era «el hombre más bello de los llegados al pie de Ilio, más que los demás dánaos».4

Leyendas posteriores (empezando por un poema de Estacio del siglo I) afirman que Aquiles era invulnerable en todo su cuerpo salvo en su talón. Estas leyendas sostienen que Aquiles murió en batalla al ser alcanzado en el talón por una flecha envenenada. Es de aquí de donde procede la expresión «talón de Aquiles», para aludir a la máxima debilidad de un individuo; y en el campo de la anatomía se llama «Tendón de Aquiles» a un tendón en la parte posterior de la pierna. Aquiles también es famoso por ser el más hermoso de los héroes reunidos en Troya.5​ En su mito es crucial su relación con Patroclo, su compañero de armas. Además Tzetzes dice que a Aquiles le llamaban Tifón por su bravura.6

LAOCOONTE 



Casado con Antiopa y padre de dos hijos, Virgilio cuenta en su relato de la “Eneida” cómo después de que los aqueos hubieran simulado su retirada, los troyanos se encontraron con un gran caballo construido en madera a las puertas de la ciudad de Ilión.

Cuando Laocoonte ve semejante escena, pronuncia su ya famosa frase “Timeo Danaos et dona ferentis” (“Desconfío de los dánaos (griegos) incluso cuando traen regalos”), intentando advertir de este modo a los troyanos de que podrían llegar a ser víctimas de un engaño; es por ello por lo que sugirió a las tropas troyanas prenderle fuego, aunque no obtuvo una respuesta alentadora por su parte: éstos decidieron no creerle y, por lo tanto, no le hicieron caso.

Sin embargo, y ante la negativa de los troyanos de escuchar sus consejos, el sacerdote obró con imprudencia: comenzó a lanzar palos envueltos en llamas para tratar por su cuenta de prender fuego al caballo de madera. La historia cuenta que, en ese preciso instante, Poseidón envió a dos grandes serpientes que emergieron de las aguas e intentaron devorar a sus dos hijos; angustiado, Laocoonte se lanzó a luchar desesperadamente contra los reptiles, resultando finalmente también devorado.

La explicación que proporciona Virgilio acerca de este episodio, trata de demostrar que la brutal condena que sufrió el sacerdote se debe a la profanación que implica tratar de destruir un regalo a la deidad, razón por la cual tampoco nadie le creyó cuando intentó advertir de sus sospechas.

No obstante, existen otras tradiciones que afirman que Laocoonte había roto el juramento a Apolo al casarse y tener hijos, o que también podría haber profanado la imagen de Febo, al unirse en himeneo delante de la imagen.


IFIGENIA

Dentro de la ingente mitología griega, Ifigenia era una de las hijas del rey Agamenón, famoso por su participación en la célebre Guerra de Troya, y de la reina Clitemnestra.

Con respecto a ella cuenta la leyenda que, después de que el monarca hubiese matado a un ciervo sagrado que se encontraba, a su vez, en una arboleda también sacra, la diosa Artemisa decidió castigarle haciendo los vientos provenientes de Áulide se detuviesen y provocasen que, de camino a Troya, la flota del rey quedase totalmente inmóvil en medio del mar.

Ante tal situación decidieron consultar a Calcas, un adivino, quien les dijo que la única manera de calmar la ira de Artemisa era sacrificando a la propia Ifigenia. Algunas de las versiones que se han escrito sobre el mito, aseguran que Agamenón así lo hizo; sin embargo, lo cierto es que la mayoría de ellas y el relato más extendido afirman que, en el último momento, Artemisa se arrepintió y la sustituyó en el último minuto por una cierva (a veces se dice que, en realidad, era una corza) y transportó a la muchacha a Táurica, una localidad de Crimea.


Allí hizo de ella una de sus sacerdotisas cuya principal función era la de sacrificar a los extranjeros que se acercasen a modo de sacrificio para la diosa.

Otro de los mitos que circulaban en torno a la figura de Ifigenia es el que la sitúa dentro de la leyenda propia de su hermano Orestes, y donde también aparece íntimamente relacionada con Artemisa. Esto ha hecho que algunos estudiosos crean que, con bastante probabilidad, Ifigenia fuese en un principio también una diosa de la caza, culto que más tarde sería asumido por la deidad de Artemisa.



PERSÉFONE 

Esta bella joven era hija de Zeus y de Deméter, diosa de la fertilidad, el trigo y las cosechas. Nada hacía presagiar que esta sencilla chica fuera a convertirse en parte integrante del ciclo de las estaciones.

Cuenta la mitología griega que un día Perséfone estaba tranquilamente recogiendo flores en compañía de sus amigas las ninfas y de las hermanas de su padre, Artemisa y Atenea. Cuando, de pronto, justo en el instante en el que se iba a hacer con un lirio, la tierra se abrió con una enorme grieta, de la que emergió Hades, hermano de Zeus y dios del Inframundo, llevándose consigo a Perséfone.

Los mitos griegos siempre han sido muy suspicaces a la hora de valorar que el rapto de la joven se llevó a cabo con la complicidad de Zeus, sobre todo por el hecho de que allí también estuvieran sus hermanas y no pasara nada. Sin embargo, su madre Deméter, comenzó a vagar triste en busca de su hija, y al ser la diosa de la cosecha, la tierra se volvió estéril con la pena de la divinidad.

Tuvo que ser que se le ablandara el corazón al “bueno” de Zeus, quien, viendo así a su mujer, optó por pedirle a Hades que devolviera a la joven. Sin embargo Hades, listo como pocos, no en vano es señor de los Infiernos, le había dado de comer a Perséfone un grano de granada, y todo aquel que probara un bocado de cualquier cosa en el Inframundo, quedaba para siempre obligado a permanecer allí.

Zeus quiso que este tinglado se resolviera de alguna manera, pues no podía ver a su mujer Deméter penar de esa manera por la tierra, dejando estéril todo lo que estuviera a su paso. Y he aquí que acordó con Hades que Perséfone pasara parte del año con él en los Infiernos, y parte en la tierra con su madre Deméter.

Tuvo que convenirle el plan también a Hades, que aceptó, y desde entonces Perséfone pasa una parte del año con su madre Deméter sobre la tierra, y otro tanto del año en el Infierno con Hades.

Este es el origen de la primavera para la mitología griega. El tiempo que Perséfone pasa en la tierra es tiempo de alegría para las flores, que renacen y se abren con esplendor y vivos colores. Sin embargo, cuando Perséfone vuelve al Hades, se entristecen y se cubren con la nieve y el frío del invierno.

Hay que decir también que Perséfone es, para los latinos, Proserpina.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

El realismo literario

  El realismo fue un movimiento estético que aspiraba a la semejanza o la correlación más exacta posible entre la representación y la realid...